03 febrero 2010

CANIMARISMO


La noche era fría y húmeda cuando salíamos del teatro, nos refugiamos del mal tiempo en aquel restaurante tipo americano. Estaba rebosante de gente, la comida era basura y el servicio pésimo, pero estábamos a gusto los tres. Se hizo tarde y estaban a punto de cerrar, así que decidimos salir del restaurante, pero sin ningún plan previsto.
De repente una llamada alertó a Elena.
- Si? …Ah hola! que sorpresa!…de verás, jajaja! …pues voy para allá.
Y se fue, no os dio explicaciones y tomó su coche y se largó.
Que extraño, pero bueno, ella siempre tan misteriosa y tan independiente, nos imaginamos que se vería con un chico.
Pero nosotros no sabíamos que hacer, entonces María dijo:
- Vayamos a la casa de mi tío, está lejos, pero él está de viaje y yo tengo las llaves, podemos ver unas películas y pasar allí la noche, te apetece?
- Si, está bien, pero está en las afueras, no?
- bueno, podemos ir caminando y en una hora estamos allí.
- Ok

Las calles estaban vacías y oscuras, sobre todo cuanto más nos alejábamos del centro del pueblo.
Cruzamos un descampado y llegamos a las vías del tren, por donde caminamos hasta la estación. Cerca de allí estaba su casa.
Por el camino me entró un hambre voraz, a pesar de que había comido una hamburguesa.
De repente …aahh!! María gritó, nos asustamos los dos y yo caí al suelo del sobresalto, un jabalí nos sorprendió cuando salía corriendo entre unos arbustos cercanos, que susto!
Jajaja! reímos seguidamente.

- Habrá algo de comida? pregunté una vez habíamos llegado a la casa.
- No hay nada, dijo ella después de una comprobación rápida en la cocina.
Encendimos la chimenea y nos sentamos en el sillón frente al televisor. Se estaba muy confortable.
Vimos una película y después pusimos otra. Pero a la mitad me empecé a sentir sueño y mis parpados se querían cerrar. Luchaba por mantenerme despierto, pero la tenue luz del fuego y el pausado ritmo de la película incrementaban mi somnolencia. Llegó un punto en que no podía más, tenía que descansar mis ojos por un momento, así que me relajé y me deje llevar por el sueño.
No se cuanto tiempo había pasado, pero me desperté con la luz del día entrando por la ventana, a través de la cual se podía apreciar todo el paisaje nevado. Junto a mí, María dormía en incómoda postura, pero parecía hacerlo placidamente.
Me desperté con más hambre del que ya tenía y me levanté a husmear por la cocina, por si acaso María no había buscado bien y había cualquier cosa que echarme a la boca, pero nada, la búsqueda había sido infructuosa.
Reavivé el fuego de la chimenea y me volví al sofá, me senté otra vez en la misma postura en la que me desperté, en ese momento, María giró su cuerpo en un movimiento inconsciente quedándose tumbada a lo largo del sillón con una de sus piernas, por encima de mi hombro.
No la quise molestar, así que me mantuve un rato inmóvil esperando a que ella de igual manera retirara la pierna de mi cuello, aunque no me molestaba precisamente, pero no se el tiempo que aguantaría en esa postura, así que dejé pasar un rato y sin darme cuenta me volví a quedar dormido.
Recuerdo lo que estaba soñando. Estaba en una cueva yo sólo, un pequeño jabalí giraba sobre un fuego que me calentaba la cara, mi hambre era tal, que me dispuse a comérmelo y así lo hice, estaba buenísimo, que rico! y comí, comí, comí, pero no me saciaba, así que seguía y seguía comiendo, hasta que pasado un rato, noté algo húmedo sobre mi cara y mi boca, eso me sacó de mi trance onírico, así desperté sobresaltado y me di cuenta que María seguía teniendo la pierna encima mía, pero
…y el resto del cuerpo?
Cielos! ...me había comido a María!

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